Grandes empresas y gestoras toman posiciones en un activo cada vez más consolidado, pese a las advertencias de los reguladores
2 de abril de 2021
No es fácil hablar de bitcoins y de otras monedas virtuales. Si al ciudadano ya le cuesta comprender el valor del dinero fiduciario (el que no está respaldado por ningún otro activo), ¿cómo entender que una serie de códigos almacenados en un ordenador pueden valer miles o millones de euros?
Fue en 2008 cuando Satoshi Nakamoto (un personaje ficticio cuya identidad real no se conoce) hizo público el documento Bitcoin P2P e-cash en el que se promulgaba la creación de un nuevo sistema de dinero electrónico, llamado bitcóin, que fuera totalmente descentralizado y no dependiera del respaldo de los bancos centrales.
Esta revolucionaria idea fue tomando cuerpo. El 1 de enero de 2009 se consiguió el primer bloque de bitcóins. Para obtener un bloque hay que utilizar un ordenador para resolver un problema critpográfico. Una vez que alguien lo consigue, el resto de la red tiene que dar su visto bueno. El número total de bloques que se pueden minar (como se denomina en la jerga) es finito. Y cualquier transacción de bloques debe ser certificada por toda la comunidad, para evitar fraudes.
Este galimatías, que parece el desvarío de un grupo de programadores hormonados, se ha hecho realidad. En la actualidad, el mercado mundial de bitcoin tiene un valor agregado de más de 1,1 billones de dólares (937.000millones de euros) y cada vez más personas se sienten atraídas por invertir en este nuevo activo. No solo particulares. Un gigante de los coches eléctricos, como Tesla, ha invertido 1.500 millones de dólares de su tesorería en esta criptomoneda y asegura que sus vehículos se podrán comprar con bitcoins y ya hay varias gestoras internacionales que están buscando cómo conseguir que sus fondos puedan invertir en ellos. Además, han surgido como setas otras monedas electrónicas. Se calcula que existen unas 4.500 y que ya hay más de 100 millones de personas en el mundo que las poseen.
El mercado mundial de los bitcoins ya supera los 600.000 millones de dólares
La plataforma de compraventa de criptomonedas Bit2me, propiedad de dos españoles, Leif Ferreira y Andrei Manuel, ha realizado una intensa campaña en Madrid y otras ciudades promoviendo el bitcoin. “Para nosotros no es un producto financiero ni especulativo, sino tecnológico. Una ficha que da acceso a una red computacional distribuida capaz de ejecutar contratos inteligentes”, explican.
Durante los primeros años, la aproximación más evidente para los inversores que quisieran participar del boom de las monedas virtuales era comprarlas directamente. Hace una década que surgieron plataformas que permiten cambiar dinero real por bitcoins, Ethereum o Litecoins. Hasta 2012 nadie pagaba más de 10 dólares por un bitcoin. En 2013 se superó la barrera de los 100 dólares. En 2017 la de los 1.000 dólares. Y en 2018 la de los 10.000 dólares. Hoy se cambia a casi 59.000 dólares.
Ahora bien, este camino también ha tenido altibajos. Tras llegar a valer 14.000 dólares en 2018, la cotización del bitcoin se desplomó a menos de 3.500 dólares un año después. Reguladores como el Banco de España, la CNMV o el BCE han advertido sobre la volatilidad de estos activos.
Además, los inversores más institucionales no pueden aún comprar directamente criptomonedas. La normativa sobre fondos de inversión les impide invertir en este tipo de activos. Así que algunos han buscado la fórmula para entrar en el universo bitcoin sin invertir directamente.
“La clave es entender cómo funciona esta industria y qué tipo de jugadores hay. Algunos de ellos sí que cotizan en Bolsa y se pueden comprar sus acciones”, explica un inversor que lleva varios años estudiando el sector de las criptomonedas.
Una nueva industria
Para un inversor particular que no quiera invertir directamente en criptomonedas hay varias alternativas. La primera, comprar acciones de empresas dedicadas a la minería de bitcoins y otras criptomonedas. La segunda, compañías que están especializadas en la fabricación de aparatos mineros. En tercer lugar, empresas que ofrecen servicios auxiliares de esta industria (como compañías que custodian inversiones en bitcoins para instituciones o plataformas de compraventa de monedas virtuales). En cuarto lugar, invertir en empresas que están acumulando carteras de criptomonedas como reservas estratégicas y, por último, invertir en fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) que invierten en monedas virtuales.
Un exponente de empresas de minería de bitcoins es Hut 8 Mining, una firma canadiense que cuenta con 48 centros de ordenadores para procesar la extracción de bloques. En un año sus acciones han multiplicado por nueve su valor. Otras firma de minería de criptomonedas son Argo o Hive Blockchain. Galaxy Digital, por su parte, es una firma especializada en invertir en compañías que crean servicios ligados al ecosistema de la tecnología de cadenas de bloques.
Otra opción es invertir en el bróker y custodio de criptodivisisas Vogager, que cotiza en la Bolsa de Canadá. Una firma similar, Coinbase, participada por BBVA a través del fondo de venture capital Propel, está preparándose para debutar en el Nasdaq, y ya ha registrado el folleto para estrenarse en Bolsa. Muchos usuarios españoles de criptodivisa se plantean acudir a su debut. Esta entidad también ofrece servicios de custodia de criptomonedas, algo esencial cuando se trata de proteger un activo que consiste en poco más que unos algoritmos. Hace unos meses se viralizó la historia de un inversor que tenía más de 220 millones de dólares en bitcoins, pero que no podía recuperarlos porque había perdido la contraseña de acceso a su cartera virtual.
La firma Bitcoin Suisse factura ya más de 40 millones de euros al año con la custodia de inversiones en criptomonedas. Y Swiss Crypto Vault guarda los códigos de acceso a carteras de criptomonedas de brókers y ricos de todo el mundo en unos ordenadores ubicados en una antigua instalación militar en el corazón de los Alpes.
Una forma algo más indirecta de invertir en bitcoins es comprar compañías que están acumulando una importante cartera de esta criptodivisa. Es el caso de la firma Microstrategy. Tras realizar varias compras en los últimos seis meses, se calcula que esta firma de programas informáticos de gestión empresarial tiene ya 91.000 monedas, con un valor agregado de 4.300 millones de dólares.
Otra opción de inversión son los fondos cotizados (ETF) que replican la evolución de carteras de criptomonedas, como el Bitcoin Tracker EUR XBT, de la Bolsa de Noruega. En España se quiere empezar a comercializar un hedge fund maltés de criptomonedas, el Avenue Investment Cripto, pero la inversión mínima es de 100.000 euros.
Para muchos, el único riesgo significativo de la inversión en bitcoins es el regulatorio. Es decir, la posibilidad de que las autoridades traten de prohibir la tenencia, inversión o transacciones con criptomonedas, al considerar que se está viendo amenazado su monopolio en la acuñación de moneda. Sin embargo, para los expertos estos intentos de regulación no frenarán la expansión. “Es como ver a Correos tratando de legislar sobre Amazon”, ironiza un asesor de fondos.
Fuente: cincodias.elpais.com