10 de enero de 2022
Theo Tzanidis, profesor titular de marketing digital de la Universidad del Oeste de Escocia.
La idea de gastar miles o incluso millones de dólares para comprar un “terreno” ficticio en un mundo virtual suena, para ser sinceros, absurda.
Pero en los últimos meses hemos visto importantes inversiones en terrenos virtuales dentro del metaverso. PwC ha sido uno de los últimos en lanzarse al ruedo, ya que ha adquirido bienes inmuebles en The Sandbox, un mundo virtual de juegos, por una cantidad no revelada.
Si otras ventas comunicadas sirven de referencia, se trata de una buena suma. Una persona compró recientemente una parcela en el Snoopverse -un mundo virtual que el rapero Snoop Dogg está desarrollando dentro de The Sandbox- por 450.000 dólares.
Por su parte, Metaverse Group, una empresa inmobiliaria centrada en la economía metaversa, habría comprado un terreno en Decentraland, otra plataforma virtual, por 2,43 millones de dólares.
Vamos a refrescar lo que es el “metaverso“. Probablemente hayas escuchado mucho el término cuando Facebook cambió su nombre por el de Meta en octubre de 2021. Otras empresas, como Nike y Microsoft, también han anunciado que se lanzarán a este espacio.
El metaverso describe una visión de un mundo virtual 3D conectado, en el que los mundos real y digital se integran utilizando tecnologías como la realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA). Este entorno inmersivo será accesible a través de cascos de RV, gafas de RA y aplicaciones para teléfonos inteligentes.
Los usuarios se reunirán y comunicarán como avatares digitales, explorarán nuevas áreas y crearán contenidos. La idea es que el metaverso se convierta en un espacio virtual colaborativo donde podamos socializar, jugar, trabajar y aprender.
Ya existen varios metaversos, por ejemplo en plataformas de juegos virtuales como The Sandbox y mundos virtuales como Decentraland. Del mismo modo que un sitio web forma parte de la World Wide Web en 2D, los metaversos individuales formarán un metaverso más amplio y conectado.
Y lo que es más importante, al igual que en el mundo real, es y será cada vez más posible comprar cosas en el metaverso, incluidos los bienes inmuebles.
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El terreno virtual como NFT
Las transacciones en el mundo virtual se suelen monetizar con criptomonedas. Aparte de las criptomonedas, los tokens no fungibles (NFT) son el principal método para monetizar e intercambiar valor dentro del metaverso.
Un NFT es un activo digital único. Aunque los NFT son principalmente objetos de arte digital (como vídeos, imágenes, música u objetos en 3D), una variedad de activos puede constituir un NFT, incluidos los bienes inmuebles virtuales. En plataformas como OpenSea, a la que la gente acude para comprar e intercambiar NFTs, hay ahora parcelas o incluso casas virtuales.
Para garantizar que los bienes inmuebles digitales tengan valor, la oferta es limitada, un concepto en economía llamado “valor de escasez”. Por ejemplo, Decentraland se compone de 90.000 piezas o “parcelas” de tierra, cada una de unos 15 metros por 15 metros.
Ya estamos viendo ejemplos en los que el valor de los bienes inmuebles virtuales está subiendo. En junio de 2021, un fondo de inversión inmobiliaria digital llamado Republic Realm supuestamente gastó el equivalente a más de 900.000 dólares para comprar un NFT que representaba una parcela en Decentraland. Según DappRadar, un sitio web que rastrea los datos de ventas de NFT, fue la compra más cara de un terreno NFT en la historia de Decentraland.
Pero entonces, como sabemos, en noviembre de 2021, el Grupo Metaverse compró su parcela en Decentraland por 2,4 millones de dólares. El tamaño de esta compra fue en realidad menor que la anterior: 116 parcelas frente a las 259 compradas por Republic Realm.

No sólo Decentraland ve apreciaciones. En febrero de 2021, Axie Infinity (otro mundo de juego virtual) habría vendido nueve de sus parcelas por el equivalente a 1,5 millones de dólares -un récord, según la empresa- antes de que una parcela se vendiera por 2,3 millones de dólares en noviembre de 2021.
Aunque parece que los valores están subiendo, es importante reconocer que la inversión inmobiliaria en el metaverso sigue siendo extremadamente especulativa. Nadie puede saber con certeza si este boom es la próxima gran cosa o la próxima gran burbuja.
El futuro del metaverso inmobiliario
Dejando a un lado los incentivos financieros, es posible que se pregunte qué harán realmente las empresas y los particulares con sus terrenos virtuales.
Como ejemplo, la compra del Grupo Metaverso en la zona de moda de Decentraland. Según el comprador, el espacio se utilizará para organizar eventos de moda digital y vender ropa virtual para avatares, otra área potencial de crecimiento en el metaverso.
Aunque los inversores y las empresas dominan este espacio por el momento, no todos los inmuebles del metaverso suponen un coste millonario. Pero, ¿qué puede ofrecerte ser propietario de un terreno virtual? Si se compra una propiedad física en el mundo real, el resultado es tangible: un lugar donde vivir, del que sentirse orgulloso, donde recibir a la familia y los amigos.
Aunque la propiedad virtual no proporciona un refugio físico, existen algunos paralelismos. Al comprar un inmueble virtual, podrías comprar un terreno para construir. O puedes elegir una casa ya construida que te guste. Podrías hacerla tuya con diversos objetos (digitales). Podrías invitar a los visitantes y visitar también las casas virtuales de otros.
Esta visión aún está lejos. Pero si parece completamente absurda, debemos recordar que hace tiempo se dudaba de la importancia potencial de Internet, y luego de las redes sociales. Los tecnólogos predicen que el metaverso madurará hasta convertirse en una economía plenamente operativa en los próximos años, proporcionando una experiencia digital sincrónica tan entrelazada en nuestras vidas como lo están ahora el correo electrónico y las redes sociales.
Se trata de una extraña fantasía hecha realidad para alguien que fue jugador en una vida anterior. Hace algunos años, una versión más joven de mi conciencia me decía que dejara de perder el tiempo jugando a los videojuegos; que volviera a estudiar y me centrara en mi vida “real”. En el fondo, siempre tuve el deseo de que los juegos se superpusieran a la vida real, al estilo de Real Player One. Siento que esta visión está cada vez más cerca.